Un aplauso a la que se fue de viaje sola

Vi la publicidad en un paradero "Un aplauso a la que se fue de viaje sola", en el aviso se veía a una chica con rostro astuto y abultada mochila... Me eché a recordar mientras caminaba, la cantidad de veces en las que a la volada he llenado una maleta con todas las posibles cosas que pueda necesitar durante el viaje e invariablemente he sonreído al recordar que los hombres siempre dicen que las mujeres viajamos con temibles cargamentos de baules solo para un fin de semana, en donde llevamos el trajes ideales para las cuatro estaciones, docenas de cosméticos, bálsamos de toda textura, guías turísticas, mapas y cualquier cosa que nos fuera a hacer falta para quedar bien en cualquier circunstancia.


Y no es que opte por viajar sola por el mero placer de hacer la extrema cola para el registro en el aeropuerto, solo con el afán sociológico de meditar sobre en què piensa la gente mientras hace cola. Tampoco es porque me guste el incómodo asiento de clase turista y mirar con envidia a los que se dan el lujo de viajar en primera clase (quien sabe, a lo mejor cuando termine de juntar las millas del pasajero frecuente). Para luego soportar que cada vez que intento dormir algún despistado me toque el hombro para decirme que las nubes parecen algodones.

No, no disfruto viajar sola, ni aunque tenga un gran libro a mano o proyecten una buena película en el avión, aunque el trayecto sea corto y el viaje suene prometedor.

Hace un mes estuve nuevamente de viaje y si, nuevamente sola, no me quedò otra que tomarme una foto frente al espejo a las 5 de la mañana y rodeada de maletas, mientras esperaba que llegara el Shuttle a recogerme. Y en medio de mi soledad gastè la memoria de la cámara tomando fotos a los viajeros peleando con sus maletas en el aeropuerto de Atlanta.

Estoy escribiendo esto a una hora de salir para el aeropuerto, acabo de imprimir mi tarjeta de embarque por internet, mientras bendigo la modernidad que me ayudará a agilizar los tràmites. Pero esta vez hay algo distinto, por primera vez en mucho tiempo Viajo Acompañada, así que sospecho que podré vengarme tocando el hombro de mi compañero cuando quiera dormir para decirle que las nubes parecen algodones. Y si eso no funciona siempre puedo recurrir a Sallinger y su "Guardián entre el Centeno" que seguro esta vez disfrutaré.