Los Miserables
Dicen que a los diez años, Victor Hugo (Les Misères) vió una imagen que recordaría por toda su vida, un hombre camino al patíbulo donde se le aplicaría el Garrote. Poco después se encontró con una cruz con los restos de un descuartizado. A partir de estos hechos y por toda su vida luchò sin descanso contra la pena de muerte.
Mi madre me contaba siempre aquella historia del Mounstruo de Almendàriz y como lo fusilaron al amanecer. Leí que ahora se sabe que el famoso Mounstruo no fue el violador de la historia, tan solo el chivo espiatorio que la sociedad exigìa, pues tenìa todos los requisitos para serlo: indigente, solitario y encima de todo, negro.
El problema con la Pena de Muerte es que no solo se considera el Crimen sino la responsabilidad social y todos sabemos que las masas son airadas, volátiles y emotivas.

En la televisión vi casos contrarios, un niño violado por un travesti, una niña violada por su padre, su tío y un pastor de la iglesia evangélica que frecuentaba, otra pequeña violada por su padre, que encima le contagió sífilis y por último un niño de 8 años violado por un drogadicto, que aparte de perpetrar el abuso, desfiguró su rostro con un cuchillo y lo asfixió hasta la muerte.
Recordé a aquel maestro huancaíno que abusó de 15 niñas entre 6 y 8 años, cuando lo descubrían se iba a otro colegio a seguir con la misma historia. Los padres de las víctimas, hartos de la indiferencia de las autoridades lincharon al miserable.
Si trasladamos el caso al poder judicial el violador puede ir preso como puede que no, también puede ser un proceso injusto y se condene a un inocente. Pero el miserable que sale libre, impune, seguirá en lo mismo, volverá a abusar de inocentes, seguirá siendo un miserable.
No es secreto que en nuestras cárceles nadie se reforma y hasta dicen que si entran les aplican lo que a Edward Norton en "Historia Americana X". Lo que se es que no creo en el arrepentimiento de quien toma a alguien por la fuerza causándole un profundo daño no solo físico sino emocional, si es que no lo termina asesinando.
Indiferentemente de su triste vida no creo en su redención, al menos no aquí. Esos miserables no cambiarán y por ende no deberían existir.